sábado, 7 de enero de 2012

Los Tres Reyes Magos.



Algunos días después del nacimiento de Jesús, tres Magos llegaban a Caldea y se arrodillaban ante él.
Venían en sus camellos, habían vadeado el Tigris y el Éufrates, atravesado el gran desierto de los Nómadas, bordeado el mar Muerto. Una estrella nueva los había guiado hacia Judea. Habían ido a adorar a un rey y se encontraban con un niño, escondido en un establo.
Los Magos eran señores de los Reyes, guiaban a los reyes, interpretes de los sueños y ministros, pretendían conocer el futuro y el destino, purificaban a los hombres y a los campos; ningún Rey hubiera movido guerra sin haberlos escuchado. Se preciaban de poseer los secretos de la tierra y los del cielo, sobresalían en nombre de la ciencia y de la religión, representaban el Espíritu.
El saber se arrodillaba ante el pesebre de Belén, ante aquel que someterá con la Sabiduría del Amor.
Ofrecen el oro por “vende lo que posees y dáselo a los pobres”. El incienso, porque sus liturgias van a acabar y ya no tendrán necesidad de humos y perfumes en sus altares. Mirra que sirve para embalsamar a los muertos, porque saben que aquel niño morirá joven.
Arrodillados, envueltos en los suntuosos mantos reales y sacerdotales, sobre la paja del estiércol, ellos los poderosos, los doctos, los adivinos, se ofrecen a sí mismos en prenda de la obediencia del mundo.
Giovanni Papini . La Historia de Cristo. 1921

1 comentario:

milexa reyes dijo...

Que maravilloso ese acontecimiento del homenaje que le hacen los Reyes al Nino Dios, debemos seguir el ejemplo y darselo nosotros a èl siempre....