lunes, 20 de junio de 2011

La Despedida

Bajo el Peso del Dolor . Teodor Axentowicz



Entre a través de la penumbra de aquella habitación, sobre la cama, una masa quejumbrosa,que una vez fue un hombre, con sus últimas fuerzas exclamaba – Vida, vida- ¿Llamaba a aquella que se le escapaba? O ¿llamaba a la que a un metro de distancia musitaba una oración? su compañera por más de 50 años.


Me detuve a un lado de la cama, unas manchas negras le devoraban la mayor parte del rostro, ahora amarillo como todo su cuerpo, el abdomen distendido tratando de contener la destrucción de su interior que se expandía como un incendio forestal.
Un monitor daba parte, del inestable estado cardiovascular: colgajo de taquicardia ventricular, tensión arterial con tendencia a la baja; el diafragma hacia un gran esfuerzo para sacar el aire de los pulmones, que ya no saturaba.
Me incline sobre su oído - “No tomes en cuenta señor mi pecado cuando me llames a tu presencia, recuerda que, me hiciste a tu imagen, cuando me llames a tu presencia Señor ten piedad, Cristo ten piedad”-


Así despedían aquel hombre venido de lejanas tierras, dio la bendición y finalmente dibujo una línea recta en su monitor cardiaco.